Aún recuerdo el día que te conocí, cuando te vi por primera vez y mis ojos se fijaron en los tuyos, bajo la copa de aquel árbol en medio de la plaza de tu pueblo.
Nunca me hubiese imaginado que esa fecha se quedara tan grabada en mi mente. Tú me enseñaste a luchar por lo que quieres, a saber esperar el momento adecuado para actuar, siempre me decías ''las cosas buenas se hacen esperar'', de hecho aún recuerdo el lugar cuando me dijiste que me esperarías porque yo era alguien muy especial, y si me he sentido así de especial alguna vez ha sido porque tú me lo desmostrabas.
Tengo mil lugares en los que hemos estado juntos y recuerdo cada momento que he pasado en ellos contigo cada vez que paso por allí.
Recuerdo cuando me cambiabas los besos por un te quiero, cuando me abrazabas de una manera que me hacia sentirme segura, protegida a tu lado; y pese a todas nuestras diferencias cuando nos mirábamos a los ojos el mundo se paraba y solo importábamos tú y yo, aunque nunca llegásemos a formar un nosotros...
De ti he aprendido muchas cosas y sigo aprendiéndolas aunque parezca difícil, porque después de tantas cosas que hemos vivido juntos y separados entendí que somos como el perro y el gato, ni juntos ni separados, que cuando estamos juntos se respira una tensión que dudo que pocas personas tengan, que prefiero tenerte a dos centímetros de mi, que verte a dos metros y que solo me mires.
Ha sido muy difícil llegar a este punto pero por fin lo he conseguido, verte sin que se me entrecorte la respiración, sin ponerme nerviosa, sin saber que decir por tenerte cerca, y ahora a lo máximo que llegamos es a un ¡Hola!.