Después de todo, los malos momentos superan a los buenos y eso en verdad es triste porque nosotros teníamos algo especial, algo que nos unía y que ahora carece de valor.
No sé nada de ti, no te veo, y cuando hablamos es como si hablase con mi peor enemigo, porque me hiciste creer que todo saldría bien al final y míranos ahora, dos desconocidos que ya ni siquiera se acuerdan de las cosas buenas, dos personas que se dedican a echarse las cosas en cara, que estamos jugando a un juego que no me gusta a ver quien se hace más daño de los dos.
No puedo negarte que a veces me acuerdo de ti, y tampoco niego que me encantaría que pudiésemos llevarnos bien, pero eso en nuestro caso creo que es imposible.
Ya aprendí a base de palos que no eres el mismo, que has cambiado de una manera que ya no te reconozco, te has vuelto tan irreconocible que a veces me das miedo, y que poco a poco vas robándome el amor que te tenía.
Yo me pregunto cuándo podremos poner el punto final de esta historia, porque nosotros no tenemos un punto seguido, pero tampoco llegamos al punto final; simplemente no tenemos nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario